Desde que llegué a Japón, hay una pregunta que me hacen muy frecuentemente: “¿Qué es lo que más te ha costado o impactado del país?”
Creo que las personas hacen esta pregunta desde la genuina curiosidad de saber en qué se diferencia Japón del resto del mundo, esperando una respuesta orientada a la cultura o la sociedad. Sin embargo, mi respuesta termina sorprendiendo a muchos, tal vez porque es algo que está tan arraigado e interiorizado en este país.
“Las estaciones.”
Si no vienes de la línea del Ecuador, tal vez esta respuesta también te sorprenda.
Nací y crecí en Colombia, y aunque tuve la posibilidad de experimentar la nieve y el verano antes, gracias a algunos familiares que viven en Estados Unidos, nunca había visto el cambio de una estación a otra, y mucho menos vivido todos los ajustes que pasan en el cuerpo durante este tiempo.
La maravilla de ver cambiar la tierra. De ver y sentir nuestro cuerpo cambiar también.
Hagamos un ejercicio mental.
Imagina un lugar donde te levantas cada mañana a la misma hora, con la salida del sol. Alrededor de las 6:00 a. m. Siempre es igual. Los pájaros cantan. La temperatura es baja ahora, unos 6 grados centígrados, pero llegará a unos confortables 18 o 22 grados. Transcurre el día. Vas al colegio, al trabajo o te quedas en casa. Hay tráfico, sí, pero el sol brilla en todo su esplendor. Mañana puede llover, no confías en el pronóstico del tiempo, por lo que siempre llevas chaqueta y sombrilla. Viento seco. Vuelves a casa, el sol se pone a las 6:30 p. m. Siempre igual. Las últimas aves buscan refugio. Se comienzan a encender las luces. Tiempo perfecto. La temperatura baja, y te va dando sueño con el pasar de las horas. Es tiempo de dormir.
Y así es por el resto de tu vida. Un clima y astros constantes.
¿Lograste imaginar este panorama? Esta es la imagen de los días cuando vivía en la región montañosa de la que es parte Bogotá. Colombia es, en su mayoría, un país con altas temperaturas en su territorio. Temperaturas que no varían mucho a lo largo del año. Unos confortables 35 grados.
Calientes, diría yo. Muy caliente para algunos.
También hay ciudades frías, como Bogotá. Sin embargo, el calor es más prevalente.
Esta era mi vida hasta hace unos años. Sin embargo, las estaciones no son un juego, y mucho menos en Japón.
En Japón descubrí las estaciones.
El territorio que compone Japón abarca tres zonas climáticas: más cálido y subtropical en el extremo sur, frío y subártico en el extremo norte, con zonas templadas justo en el medio.
El clima del norte está influenciado por los vientos siberianos, que traen frío y nieve. En el sur, los vientos monzónicos y el aire cálido del Pacífico generan condiciones cálidas y húmedas. Además, los Alpes del Sur (南アルプス) atraviesan el centro del país y bloquean los vientos, lo que provoca más lluvia y nieve en la costa oriental, protegiendo la costa occidental.
Mientras tanto, las aguas termales de los volcanes activos calientan muchas áreas durante todo el año, dando lugar a veranos calurosos y húmedos, con lluvias intensas.
En otoño, aparecen los vientos de tifón. Los árboles tiñen sus hojas para protegerse.
Los inviernos son suaves, con fuertes nevadas en las montañas y el norte. A esto se suman las corrientes cálidas del océano Pacífico y el mar de Japón, que protegen a la mayor parte del país de temperaturas extremadamente frías. La nieve es hermosa y abundante, pero rara vez las temperaturas bajan de los -14 grados Celsius.
Al final del invierno, los árboles recuperan sus colores en forma de flores y hojas, decorando todo con los sakura, ciruelos y duraznos. Es un espectáculo.
Como asistir a un concierto. El concierto de la naturaleza. En uno de los extremos del mundo.
Uno de mis profesores de japonés decía: “Si quieres experimentar las estaciones en toda su esencia, debes ir a Japón.” Pude comprobarlo. No mentía.
Estas estaciones tan marcadas han hecho que los habitantes del archipiélago aprendan los patrones de la naturaleza para su supervivencia y sustento.
Si no sabes exactamente hasta qué día puedes sembrar, pescar o cazar, puede ser la diferencia entre la vida y la muerte.
Estoy segura de que en otros países con estaciones ocurre algo similar, aunque quizá no de forma tan marcada como aquí. Con el calentamiento global, esto es aún menos notorio: verano en primavera, otoño en verano y, aunque menos, en invierno.
Japón aún conserva muy marcadas sus estaciones y aunque, no es un país de gran extensión a lo ancho, pero atraviesa muchas altitudes, lo que influye en su clima.
Debido a esta relación con las estaciones y a la naturaleza contemplativa de la cultura del país, han aparecido numerosas formas de arte y expresión relacionadas con ellas. Una de ellas son los Kigo (季語) o palabras de estación. Y la razón original por la que empecé a escribir este post.
Sin embargo, hay tantas formas de arte, cultura y expresión que giran alrededor de las estaciones en Japón que no dejo de maravillarme.
Tal vez, porque todo esto es muy nuevo para mí.
Igual hablaremos de los Kigo en la siguiente entrada. Pero esta introducción sobre las estaciones era muy necesaria.
Otras formas de arte y cocina relacionadas con las estaciones son los dulces tradicionales o Wagashi (和菓子), que acompañan el té. Están hechos principalmente de arroz aglutinado (mochi) y pasta de frijol dulce (anko). Sus formas y sabores cambian en cada estación, evocando su esencia.
Otro ejemplo es el Yūzen (友禅), una técnica de teñido a mano sobre los kimono, que representa elaborados patrones de cada estación. También puede tener motivos que ayudan a sobrellevar el clima: colores más fríos con patrones refrescantes para hacer el verano más llevadero. Un gesto de empatía en los días más duros.

Como ves, hay una estrecha relación entre las estaciones y la cultura japonesa.
Sin embargo, ¿por qué me han afectado tanto?
Mi respuesta tiene dos matices. Uno es el constante cambio que requiere, mi cuerpo y mente, para adaptarse a cada estación. El otro la belleza que hay en ese cambio.
En verano, me resulta imposible dormir bien. El sol comienza a salir a las 4 a. m. Parece medio día a las 8 am. En invierno, me pasa lo opuesto: quiero ir a la cama cuando apenas son las 4 p. m., pero está tan oscuro como si fueran las 10 p. m. en Colombia.
Sumado a esto, el fuerte calor del verano, la brisa intensa en primavera o las tormentas que vuelven todo invisible en invierno. Son demasiados estímulos. Mucho a lo que adaptarse en poco tiempo.
El otro matiz es la belleza que existe en el cambio.
Las estaciones me han enseñado a estar en el presente. A habitar lo que tengo hoy, ahora, en este instante. Porque es lo que la naturaleza me ha enseñado a hacer.
También este cambio me ha hecho apreciar la constancia. Ahora ambos tienen su belleza.
Todavía te sigo añorando Colombia.
Creo que parte de esa esencia de habitar, estar ahora, también ha impulsado al cambio que he visto en los últimos años. Eso me hace feliz. Ha sido la conjunción perfecta de estados para llegar a donde estoy ahora.
Estoy aquí, esto es lo que tengo. Abrázalo. Déjate abrazar por ello también.
Gracias Japón por mostrarme otra cara de la naturaleza, en toda su belleza, humanidad y diferente esplendor.
Y ese es el mosukito de esta semana. En la próxima entrega de Mori, luego de esta introducción sobre las estaciones de Japón, hablaré de los Kigo: su historia, su cultura y algunos de mis favoritos, así como los de mis personas cercanas.
Para animarte a adentrarte en este mundo de las palabras de estación. Tan bello y abundante como lo que representan.
Saludos.
Gracias por leer Mosukito
Se me ocurren las siguientes preguntas:
- ¿Cuál es tu estación favorita y porque?
- ¿En tu país hay estaciones?
Te leo 🪰
Quiero recomendar esta canción junto con este post. Aunque la canción es sobre desamor, me gusta que nombrar mi estación favorita, el otoño. Además de los cambios en la vida y como vemos las señales.
¡Te entiendo tanto! Me gustó mucho el post. Donde crecí, se notaba el cambio de estaciones en la temperatura, pero la ciudad se encarga de ocultar los demás cambios que se ven mucho más marcados en la naturaleza. Cuando fui a Estados Unidos con una beca, la universidad estaba en una zona rural, rodeada de montañas, y lo que más me marcó ese año fue vivir el cambio de las estaciones. Vi cambiar la naturaleza por primera vez en mi vida. Una magia hermosa.
Hola, Luisa! Entiendo tanto tu apreciación por los cambios en las estaciones... cuando viví en la isla de Menorca, los cambios a lo largo del año eran más marcados que donde vivo ahora. La sensación era de estar más "expuesta" a los elementos, y eso le hacía sentir muy vivo a mi cuerpo. 😊 Lo echo un poco en falta, la verdad. Pero la estabilidad en el clima también tiene sus cosas buenas. Permite planificar más en el día a día, por ejemplo. 🤔
Me ha gustado mucho este mosukito, y también sus fotos. Qué belleza de árboles...
Gracias por abrirnos una ventanita a tu casa, que debe de estar preciosa en esta época del año. 💜